Un pabellón de madera se pliega como una cinta sobre el paisaje, conectando orillas y generando miradores sobre el agua. La malla estructural, ligera y rítmica, crea sombras cambiantes y espacios para detenerse, jugar o simplemente contemplar.
El recorrido asciende y desciende suavemente, invitando a una experiencia lenta y sensorial entre árboles y claros.
Más que un puente, es un escenario abierto donde naturaleza y arquitectura se entrelazan para ofrecer un nuevo punto de reunión en el parque.